Pocas veces en la historia, ningún personaje a tenido unos antecedentes familiares tan extraordinarios como cuando, el 27 de agosto de 1545 nació el tercer duque de Parma y Plasencia, don Alejandro Farnesio. Por un lado, su madre, doña Margarita de Austria, gobernadora de los Países Bajos, era hija ilegitima del emperador Carlos V. Por otro lado, su padre, Octavio Farnesio, era nieto del papa Paulo III. Por lo que por las venas de Alejandro Farnesio corría sangre real y pontificia.
Su boda le retuvo en Flandes mientras su amigo y tío, don Juan de Austria ascendía en el escalafón militar, sofocando la rebelión de las Alpujarras y obteniendo experiencia militar al mando de las galeras del Mediterráneo. Hasta que reclamó su ayuda en la formación de la Santa Liga.
La participación de Alejandro de Farnesio en la batalla de Lepanto, en 1571, no fue esencial, pero dio muestras de su talento. En la conquista de Túnez, en 1573, adquirió más protagonismo, aunque no sería hasta que, de nuevo, su amigo don Juan, nombrado gobernador general de los Países Bajos, reclamará su ayuda para sofocar la rebelión en Flandes, cuando en realidad se vería el extraordinario talento para el arte de la guerra que poseía el tercer príncipe de Parma.
A finales de 1577, al mando de 6.000 hombres de los tercios viejos, Alejandro Farnesio entraba en Luxemburgo para ayudar a su amigo y sobrino. A principios del año siguiente, al mando de don Juan de Austria, un ejército formado por 17.000 soldados de los temibles tercios de España y algunos de los más grandes generales del Imperio español, hizo retroceder a 25.000 rebeldes hasta Glemboux, donde tendría lugar la gran batalla.
En un momento critico de la batalla, cogió la lanza de un paje y cargo contra el enemigo, seguido de numerosos caballeros, haciendo huir a la caballería enemiga que se estrelló contra su propia infantería, que quedo a la merced de la carga de los hombres que seguían al príncipe de Parma. A pesar de la gran victoria, don Juan reprendió a su amigo, que estaba allí como general, no como soldado. A lo que Alejandro respondió,
“qué él había pensado que no podía llenar el cargo de capitán quien valerosamente no hubiese hecho primero el oficio de soldado”, ante el clamor de los tercios. Aquí fue donde Alejandro se gano el sobrenombre de
“Rayo de la guerra”.
La leyenda de Alejandro Farnesio no paro de crecer a finales del siglo XVI: Gembloux, Ofensiva en Flandes, el nombramiento como Gobernador de los Países Bajos, Las uniones de Arrás y Utrecht, el famoso sitio de Amberes, su negativa a la expediciónd e la Armada Invencible y sus campañas finales en Francia.
Puente Farensio en Amberes.
Poco después regresó a Flandes. Allí, durante el asedio de Caudebec, el 25 de abril de 1592, resultó herido de un disparo de mosquete, falleciendo la noche del 2 al 3 de diciembre de 1592 en la Abadía de Saint-Vaast de Arrás.
Fue uno de los más grandes generales de la historia de España.